La música del móvil comienza a sonar incesantemente, rompiendo el silencio reinante en la casa, indicándome que ya son las seis de la mañana y es hora de levantarse como había previsto el día anterior. Hay dos preguntas que me hago, frecuentemente, cuando madrugo un fin de semana ¿qué necesidad....? y ¿para qué? y la respuesta es siempre la misma no faltar a mi cita con la montaña, la cuál consigue que los problemas de la rutina diaria se me olviden durante el tiempo que paso junto a élla. Es cierto que no siempre hace falta madrugar tanto, aunque ya se sabe, "sarna con gusto no pica", pero en este caso tal madrugón era necesario y obligatorio por dos motivos, uno de éllos es que mi intención era conseguir captar e inmortalizar con mi cámara las primeras luces del día desde la cima se Siete Picos, en el Parque Nacional de Guadarrama y para éllo tenemos que ir hasta el Puerto de Navacerrada, y aquí está la segunda razón, todos los madrileños saben, que cuando en Navacerrada hay nieve o te sacudes pronto la pereza y te escapas rápido de los brazos de morfeo o no subes al puerto y si lo haces es después de soportar interminables caravanas, con el consiguiente riesgo de llegar y no tener sitio en el parking.
Después de echas estas reflexiones, hizé todo lo que hago normalmente, cuando me levanto,es decir, me aseo, me visto, pero en esta ocasión con la ropa de montaña (ya sabeís por capas para evitar el frío de la montaña en invierno), y lo que nunca me puede faltar para acabar despejarme el café.